Conducta o acción que no se orienta por la violencia ni usa medios violentos para conducirse o conseguir sus fines. Una conducta pacífica requiere de: a) la confianza y la solidaridad entre los impulsores; b) el uso de la persuasión de manera constante y sistemática; c) el cambio en la calidad de las comunicaciones; d) la resistencia al empleo de la violencia para responder ante cualquier maltrato o abuso; e) el examen permanente de opciones, oportunidades y mecanismos para la solución de los conflictos, sin escenarios de violencia; y f) el desarrollo de una cierta sensibilidad a la “acción sin daño”, que es apoyarse en los conectores existentes (capacidades para la paz) y tener presente los divisores (capacidades para la guerra o lo que hace dividir a la gente entre amigos y enemigos), con el fin de no cometer el error de activarlos o profundizarlos.