Paso 1. Conocer y comprender el contexto en el que se trabaja con técnicas de análisis de fuerzas para identificar visualmente las fuerzas que apoyan o entorpecen el logro de los objetivos de trabajo e identificando a los actores implicados con base en sus características e intereses. Estos actores son: defensores y OSC en riesgo; los afectados por la labor de defensa; los responsables de proteger; y los que pueden influir para que se tomen medidas de protección.

Paso 2. Establecer los riesgos que corren defensores y OSC como consecuencia del impacto de sus labores en los actores, con el análisis de: intereses y estrategias de los principales actores involucrados; impacto de la labor sobre esos intereses y estrategias; posibilidad de que las amenazas se conviertan en ataques; y vulnerabilidades y capacidades para lograr un nivel seguro de protección.

Paso 3. Definir tácticas y estrategias para el afrontamiento de los riesgos, de acuerdo con su severidad, tipo de amenaza, percepciones subjetivas del riesgo personal y capacidades y  vulnerabilidades. Es clave reforzar las estrategias más efectivas, limitar las que puedan ser negativas, respetar las unidas a creencias; y tomar en cuenta las estrategias de los demás. Es vital tomar medidas de seguridad, a fin de proteger, en primer lugar, a las personas; en segundo lugar, las bases de información, documentos e instalaciones; y en tercer lugar, las comunicaciones telefónicas o  digitales –Caja de herramientas de seguridad digital (Front Line Defenders).

Paso 4. Disponer de mecanismos de advertencia temprana para anticiparse a las amenazas. Las señales de alarma deben motivar la acción del grupo a un nivel apropiado, pensando siempre en la seguridad propia y en la de los demás. Esta acción comprende: informar, tomar medidas de urgencia si hacen falta, detectar vigilancia de movimientos y comunicaciones, y hacer seguimiento continuo a los incidentes para tomar medidas preventivas ante la probabilidad de ataques.